hace mucho tiempo.
si estaba lloviendo,
un hola, un quiero.
estaba naciendo.
a mí, entero,
yo también te quiero.
cuando te veo.
tu cielo,
tus besos.
Todo momento esperando
el instante de sentir el mar
y en cuanto toco el agua
el tiempo
se para,
el espacio
se ondula,
y desaparece todo lo demás.
Hoy el día comienza distinto.
Mi cabeza siento que la tengo
cerca del cielo
y mis pies son atraídos
lo primero de mí mismo
hacia el centro de la tierra.
Estoy de pie. Lo noto.
(Normalmente voy tumbado
a todas partes, tumbado
y dormido sin ganas de moverme).
Hoy Estrella puede estar contenta.
Pero hoy no es un día normal:
estoy al lado del mar.
su brisa llena mis pulmones
descongestionándome de melancolía,
su rumor me hace sentir
cómo se tensan los
músculos de mi rostro
(estoy sonriendo. Qué sensación
más extraña),
y su visión, su visión,
es algo que no puedo describir.
Va más allá de todo entendimiento.
Cuando estoy mirando al mar
creo, sinceramente, que no siento
nada,
es mi tao particular,
mi éxtasis privado,
mi orgasmo.
Sé que algún día estaré aquí,
perpetuo,
pero no sólo cuando muera,
vivo,
como los ángeles,
en su cielo,
como las estrellas,
en su paraíso,
como yo mismo
en mi mar,
y estaré sonriendo
a cada paso,
y estaré libre de toda melancolía,
y, aunque estaré lejos
de los que me quieren,
seré feliz.
Me levanto a mirar
enteramente por la ventana
y ver que es de día,
el sol está en lo alto
y en el fondo está el mar.
Ese mar que me recuerda
todo lo que tanto quiero,
todo lo que lo rodea
y todo lo que me hace llorar.
Porque si está en la ventana
es que en otro sitio no está.
Pronto se verá en camino
de vuelta,
las calles vacías y frías
seduciendo
a vivos y muertos
a los lados.
Y allí estará él, llorando.
Y no sabré qué decirle.
Quizá le agarre de la mano
para que me sienta cerca.
Y a la vez que la miraba
sentía cómo todo se paraba.
Y a la vez que me miraba
sentía toda mi melancolía.
Me muero con cada palabra suya,
me muero con cada sortilegio.
Cada sonrisa suya es una herida
tratando de curarse con sal y agua.
En la distancia los momentos paran,
junto a ella es mi vida la que se va,
como tinte de una pluma mi sangre,
como coral inerte entre sus manos.
La siento aquí, a mi lado, ingrávida,
como una corriente fría y temprana
que se hace de toda ella agua de mar.
Me muero con cada palabra suya,
cada mirada es un mundo hipotético,
un cosmos pleno, un tiempo fugaz.